23/5/09

De caza

Con su cuerpo firme, rasgos delicados, agudo oído y excelente vista, sigilosamente se acerca a su presa. La percibe en la distancia, con el viento arrastrando su aroma y su calor, guiándole en la oscuridad de la noche. Sin distracciones camina hacía su trofeo, que no es capaz de imaginar lo cerca que está de culminar sus deseos. Acercándose en silencio, en cuanto la tenga en sus manos le arañará con sus perfiladas uñas y le morderá con sus blancos dientes. Sus ojos brillarán de la emoción mientras su ardiente presa se dejará sucumbir ante la presencia de tan perfecto y osado cazador.
Cautivada por su mirada penetrante obedece sin vacilar a sus movimientos. La fría noche comienza a templarse mientras los lejanos sonidos enmudecen ansiando compartir ese momento.
Solo cuando la presa cae y permanece yaciente en el suelo el cazador se da por satisfecho. No queda nada que pueda quitarle ya. Le ha pertenecido en lo más recóndito de su ser, le ha dado su vida y le ha transmitido su fuerza.
La débil y exhausta presa ya nunca será la misma.

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