29/7/10

Soledad


Que maja ella. Siempre está conmigo. Menos cuando me miro en el espejo. Entones se va. Será que es muy fea y no le gusta su cara. Lo mismo por eso es tan maja, si no fuera tan fea seguramente se dejaría ver. También se va cuando viene alguien. Le tendrá miedo a la gente o algo así. Sólo me soporta mi. Y yo a ella, claro.

Pero me hace compañía cuando estoy sola. Siempre está ahí, a mi alrededor. Dando vueltas por la habitación, toqueteando mis cosas. Y haciendo preguntas estúpidas en plan “con el buen día que hace hoy, ¿porqué no salimos a tomar algo?” Y yo intentando no ser borde y herir sus sentimientos le digo simplemente “¿para que luego te vayas y me dejes sola?”. Entonces se calla. Se sienta a mi lado, muy cerca. Me mira fijamente atenta a todo lo que hago y no me deja concentrarme. La muy pesada. Me cansa, es maja, pero a veces me cansa. Le digo que pare de hacer eso. Pero es muy cabezota. Y nada. Sigue ahí impasible, metiéndome en la cabeza la idea de irme a otra parte. Donde deje de observarme. Y como me da miedo cabrearme con ella, por si se marchara y me dejara para siempre, simplemente me voy a otra parte. Donde haya alguien, para que no esté ella. Pero al final siempre la echo de menos y voy a buscarla. Es difícil encontrarla porque se oculta en los rincones más alejados y oscuros. Soledad siempre se aparta de todo. Y acaba apartándome a mí también. Con ella, sí, pero aparte.

16/7/10

Like a fish in the water



He descubierto que debajo del agua los pájaros no cantan, y el viento no se oye. Que no se siente el sol y se huelen las flores. Debajo del agua sólo hay humedad, dónde todo se ve borroso y se oye distorsionado. Bajo el agua hace frío. Se siente angustia y cansancio muy rápido. En medio de una gran masa de agua te sientes solo y perdido, lejano y olvidado.

Debe de ser una sensación muy parecida a la muerte natural. Aunque si alguien muere ahogado también debe sentir eso. Aun así dicen que el agua es sinónimo de vida. Allí dónde no hay no puede haberla. Porque dos átomos de hidrógeno y uno de oxigeno unidos mediante un enlace simple, nos une a la vida. Porque resulta que esos elementos, gases en estado natural, nos los podemos beber. Y circulan por nuestras venas y forman nuestras células. Crecen árboles cerca del agua y siempre gracias a ella. Y esos árboles atraen la lluvia, respiran y expiran oxígeno, oxígeno que nos da la vida.

Desviándome del tema os comentaba eso último. Pero os decía que he descubierto lo que pasa debajo del agua. Y eso me ha hecho darme cuenta de que no somos animales acuáticos. Un gran descubrimiento. El agua no está hecha para que vivamos en ella. Y nos lo dice de muchas maneras, arrugándonos la piel de los dedos y haciéndonos sentir todo lo de antes. Pero no todas las sensaciones son malas. Porque hay una realmente sobrecogedora y difícil de describir. Esa que se experimenta cuando sumerges la cara en agua fresca y limpia. La que estremece cuando te sientes flotar. Cuando buceas e imaginas cómo debe ser volar.

Si nosotros podemos disfrutar tanto con algo que no está hecho para nosotros, ¿cómo debe sentirse un pez en el agua? ¿Y un pájaro en el aire? ¿Y un árbol con sus raíces en la tierra, o un topo en su madriguera?

¿Cómo podemos contaminar aire, tierra y agua, si no son nuestra casa y no nos pertenecen?

8/7/10

Los perros


A los memos de mis vecinos no les gustan los perros. Ni siquiera los míos, que son dos simpáticos chihuahuas que lo único que hacen es corretear e ir a saludar a todos los que ven. Pero bueno, para gustos… Aunque lo malo no es que a los memos de mis vecinos no les gusten los perros, si no que están educando a los especiales de sus hijos, de tres años, con miedo hacia ellos. Que cuando coinciden los memos, los especiales y los chihuahuas en la plaza, los memos espantan a patadas a los pobres animales y suben a los especiales encima de los bancos por si el perro se atreviera a olisquearlos.
Cuando yo contemplo esa escena experimento varias sensaciones. Primero me dan ganas de darles una patada en el culo a los memos de mis vecinos por atreverse a hacer daño a mis perros, después me dan ganas de seguir dándoles patadas por ser unos estúpidos ignorantes que no saben educar a los niños. Y después me da por reflexionar. Y esto es lo que pienso:

Comprobado que existen personas a las que no les gustan los perros me atrevo a afirmar que seguramente éstas nunca contaron con la compañía de un perro cuando eran pequeños. O quizá sí quisieron tener perros pero sus padres no se lo permitieron o les educaron con temor hacia ellos. Porque si no, de verdad que no entiendo a las personas que se comportan así.

¿Cuál es la diferencia entre un perro y un gato? Pues hay quien cree que los perros piensan: los humanos son benevolentes, me alimentan, me cuidan, asique deben de ser Dios. Mientras que los gatos pensarían: los humanos son benevolentes, me alimentan, me cuidan, asique debo de ser Dios.

Nada más lejos de la realidad esa frase dice mucho de los perros, ya que son seres muy agradecidos. Porque sólo por cuidarlos ellos te recompensan con su compañía, su incondicional amistad, su alegría cuando te ve, su protección si te ve en peligro o triste, su felicidad, dinamismo y ganas de jugar. Y aunque pienses que los padres, los hermanos o los amigos también pueden aportarte eso, te equivocas. Porque las personas pueden cabrearse y alejarse, mientras que el perro volverá cabizbajo, triste, y arrepentido te lamerá las manos tratando de pedir disculpas por aquello que haya hecho mal.

Porque sólo con ver la cara que ponen cuando les rascas por detrás de las orejas, o lo contentos que se están después de bañarlos, o cómo disfrutan con el césped, te das cuenta de que son más humanos que muchas personas. Y a veces, cuando les miras a los ojos y casi puedes adivinar lo que piensan, te das cuenta de que ni siquiera les falta hablar.