
Si nos dedicáramos a ver la caja tonta de una forma analítica nos daríamos cuenta de que hoy por hoy, y por lo menos en España, la mayor parte de la programación está ocupada por programas de cotilleos, en los que participan personas de poca educación y cultura y que discuten de malas maneras sobre temas absurdos. Éstos se alimentan básicamente de otros programas también a la alza llamados reality shows, en los que se exaltan las malas relaciones y la promiscuidad, en una idea desfigurada de éxito en la que los niños encuentran modelos a seguir. Las programaciones de las cadenas por las tardes suelen ser: el reality shows, con tres horas de anuncios, el programa de cotilleo sobre el reality, con más horas de anuncios, y finalmente las noticias.
Pero claro, si somos listos y los comparamos, los servicios informativos son más bien des-informativos. Las cadenas poseen un amplio abanico de métodos para ensuciar un telediario, que van desde el engaño al contar una noticia, hasta el ignorar lo que no interesa e informar solo de lo conveniente. Cada una de ellas, fuertemente influenciados por una ideología política en concreto, nos cuentan los sucesos desde puntos de vista poco objetivos. A parte, hay otros telediarios que realmente son espacios de publicidad [el de Antena 3], en los que en casi cada noticia que dan se percibe claramente que han cobrado por ello (estrenos de películas, nuevos discos, giras, nuevas tarifas y servicios de empresas...).
Otra gran queja popularmente conocida es la cantidad de tiempo que se dedica al deporte en los informativos, que además son muy parciales y solo existen para ellos el Real Madrid y el Barça; cadenas que no informan adecuadamente de eventos como la Formula 1 o el motociclismo si no pertenece a su programación, etc. Así se producen auténticas guerras entre cadenas para emitir fútbol perjudicando a los aficionados.
Las series son siempre iguales. Casi siempre las mismas temáticas (comedias familiares, médicos, policías, adolescentes guaperas, etc.), aunque al final luego se reduce todo a temas personales, amoríos entre personajes, peleas... Originalidad cero. Para colmo, capítulos larguísimos que ya empiezan tarde y acaban más tarde todavía. Además, las repeticiones de capítulos y programas son excesivas.
En cuanto a la programación infantil hay que destacar que brilla por su ausencia. Los niños de hoy meriendan con Paquirrín en vez de con Oliver y Benji.
La televisión pública es igual de mala que la privada, pero encima recibe dinero de los impuestos.
No se respeta al espectador:
Los horarios de la programación no se cumplen, la publicidad es excesiva. Ya no se contentan con los cortes publicitarios sino que ensucian la pantalla durante los programas con más anuncios en las esquinas de la pantalla, anuncios cada vez más grandes y que a veces llegan a ocupar toda la imagen. Las cadenas se pelean entre ellas colocando sus mejores series y programas los mismos días y a las mismas horas que la competencia, para que no se puedan ver todos.
Actualmente, como venía siendo usual en las casas de las personas medianamente cultas, se está asentando la tendencia de no tener televisor. Ya que se está convirtiendo en un símbolo de incultura.
Por todo eso y porque valoro mi tiempo, no veo la tele.