25/4/10

Humo


Primero veo a alguien fumando, en el cine o en la realidad, luego veo un cigarro apagado en un cenicero, después miro el reloj y veo que tengo tiempo, que me puedo sentar a liarme un cigarro, y eso es más de lo que puedo soportar. Pienso en qué más puedo ocupar mi tiempo cuando puedo estar fumando tranquilamente, relajándome. Mi pulso se acelera. Mi respiración se vuelve más agitada. Empiezo a sentirme incómoda, tengo que moverme. Volver a ver a alguien fumando ya es una tortura. Tener un cigarro en la mano y no poderlo encender me produce ansiedad. Me pongo de mal humor. No me concentro en nada más. Tengo que fumar.

Ya soy adicta. Al principio se fuma por hacer algo, en vez de sacarte mocos, pues te enciendes un cigarro. Sientes que te mareas, que tienes náuseas, vértigo, te encuentras mal. Pero esa mala sensación se te olvida cuando vuelves a ver alguien fumando y piensas, ¿porqué no una calada? Pero de calada en calada al final te acostumbras y te haces adicto a la sensación de calmar una ansiedad psicológica.

Ahora la sensación es bien distinta. Fumar me gusta. Si lo pienso bien resulta que me gusta tener que salir a fuera cuando estoy en algún sitio, sea verano o invierno, nieve o haga tanto calor que el cigarro se encienda solo. Me gusta sentarme, liarme tranquilamente un cigarro y fumarlo disfrutando las caladas al tiempo que molesto a los no fumadores que hay a mi alrededor, quemo el dinero, malgasto mi salud, y mi tiempo.

Aspirar con el cigarro entre los labios. Tragar el humo y soltarlo relajada, puesto que la nicotina a través de los pulmones ha pasado al torrente sanguíneo proporcionándome una sensación de euforia que calma mi ansiedad.

Miro a mi alrededor y veo a personas tranquilas, relajadas. Personas que no fuman y no quieren hacerlo. Yo tengo que hacerlo para estar así. Ya no sé si es que me gusta fumar o me gusta estar relajada. Lo cierto que me gustaría poder correr como corría antes, oler y degustar como lo hacía antes, que mi piel no se desgastara, que mi aliento y mi ropa no oliera mal, que mis dientes no se volvieran amarillos poco a poco, me gustaría no tener más posibilidades de contraer enfermedades pulmonares o cáncer y de sufrir un ataque cardiaco que las demás personas.

Me hayo en una contradicción puesto aunque me gustaría no fumar, me gusta fumar. Sin embargo quiero demostrar que soy más fuerte que la nicotina, que mi voluntad está por encima del vicio a esa droga legal.

1 comentario:

Cath Von T dijo...

Ahora me has quitado las ganas de fumar a mí :S