14/12/09

Esta Navidad...


...que paren el mundo que yo me bajo.

La Navidad es la supuesta época del año en la que se celebra el nacimiento de una persona que murió luchando por el amor, la austeridad, la humildad, el comunitarismo utópico y en contra de todo lujo innecesario. Paradójicamente, ésta también es la época en la que reina el consumismo desmedido, la avaricia, el interés y donde se mide el valor del amor con dinero y objetos.

Sí, lo reconozco. ¡Odio la Navidad! ¿Qué pasa?

Pero no le tengo manía por esa empachante costumbre de organizar cenas por aquí y comidas por allá, haciendo gala de una opulencia desmedida, sino por la hipocresía que reina en el ambiente. En estas fechas lo que se celebra realmente es el Capitalismo, aunque la industria publicitaria consigue camuflarlo de cristiano, entrañable e inofensivo.

Y puede que me haya adelantado un poco y haya escrito esto antes de las verdaderas fechas de Navidad. Será porque he sucumbido al chantaje publicitario navideño, a ese bombardeo de anuncios de juguetes y perfumes, de jamones y langostinos, de bombones, cavas y loterías, y siento la necesidad de expresar la emoción que embarga a mis sentidos. Esa emoción capaz de crear en todas las personas un sentimiento colectivo. Y está claro que donde todos piensan lo mismo, es que nadie piensa mucho.

Pero ahí estoy yo para devolver a su color original al gordo de Santa Claus, poniendo verde a estas estúpidas fiestas religiosas que nuestro gobierno laico se empeña en celebrar.

También es curioso ver como en estas fechas aparece el sentimiento solidario. Innumerables campañas de recogidas de alimentos y juguetes, donaciones, galas benéficas, etc, etc. Se recoge de todo con el objetivo de enviárselo a los niños de países subdesarrollados, esos niños que no saben qué puñetas es la Navidad (ni falta que les hace), y que se extrañarán de que personas de otros lugares se acuerden de ellos tan solo una vez al año.

Precisamente en la época en la que deberíamos concienciarnos de las desigualdades que hay en el mundo, del hambre que pasan personas mientras nosotros tenemos suculentas cenas, aparece el gordo de rojo, que cómo no, forma parte de una campaña publicitaria, capta nuestra atención, nos aleja de la cruel realidad y nos hace comprar regalos y mas regalos siendo esclavos mentales de un monstruo capitalista y consumista.

Parece que me encanta meterme con las tradiciones religiosas. Pero no. Vivimos en una sociedad y en una época en la que cada fiesta tiene un trasfondo de intereses económicos. Así como la Navidad es la que más beneficios aporta a todos los sectores y es la más extendida, es del mismo estilo que el día de San Valentín, el de la Madre o el del Padre. Al menos esas celebraciones suponen el envío de tarjetas de felicitación y ramos de rosas, no como estas fiestas que además fomentan la pesca masiva de marisco en España, y la masacre de pavos en EE.UU., para ser comidos en la cena de Nochebuena.

Creo que lo único bueno que tiene estas fechas es que hace frío.

Por cierto, hace años leí una carta a Papa Noel que me hizo tanta gracia que acabé por aprendérmela de memoria. La recomiendo.

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