20/11/09

En el país de las maravillas


En un hermoso prado con flores, arroyos, gigantescos árboles ancestrales y pajarillos piando alegremente, estaba yo aquella tarde tarareando una canción. Aquel lugar podría ser perfectamente un paraíso, y mi vida tampoco podría ser mejor. Tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera. El problema es que en este mundo no se podían hacer muchas cosas.

-Si yo hiciera mi mundo todo sería un disparate, porque lo que es no sería, y lo que no podría ser sí sería, ¿entiendes?- Le pregunté a mi chihuahua.

El pobre animal, ya cansado de corretear cual perrito de la pradera, me miraba con sus ojos de plato y su lengua colgante como si me quisiera contestar: Tengo hambre.

Por lo que seguí vagando por mi cabeza imaginando aventuras y diversiones. Pero de repente mi estúpido perro hizo algo por primera vez en su vida. Ladró. Y después se escondió en la cesta de la merienda. Entonces yo, anonadada por tal hecho insólito me decidí a encontrar la causa de dicho arrebato.

Y entonces lo vi. Bajo la sombra de un fresno un conejo blanco muy bien vestido y con gafas, miraba su reloj.

-Dios mío que tarde es. No llego. Tengo que darme prisa.- Exclamó claramente alterado antes de salir corriendo.

Yo, como estaba atontada de tanto polen de tanta florecilla y tantos cuentos cursis que me contaba mi hermano, no me paré a pensar cómo era posible que un conejo hablara, si no que sentí curiosidad por saber a qué no llegaba el conejo. Y salí tras él.
Le grité para que se parara pero no me hizo caso y finalmente se metió en una madriguera. Asique yo, en mi condición de niña tonta, me metí también. Y caí.

Al principio mientras caía, como estaba muy oscuro, temí darme un buen porrazo contra el suelo. Pero después, como seguía cayendo y ya estaba cansada, me senté en una mercedora. Empezaron a aparecer pequeñas luces que me permitieron visualizar el túnel de tierra por el caía. Era realmente acogedor, hasta que me escurrí de la mercedora y caí, ya por fin, en el fondo de la madriguera.

El conejo blanco se dirigía hacia una pequeña puerta que cruzó sin problemas. Pero al llegar yo a ella y como soy rubia, tuve que esperar a que alguien me dijera lo que tenía que hacer.

Finalmente el pomo de la puerta me habló. Me dijo que bebiera de un pequeño frasco que tenía detrás de mí. Asique eso hice. Y entonces noté algo extraño. Siempre había tenido complejo porque era muy bajita, pero desde que tomé ese trago, nunca más me he sentido así. Porque claro, el complejo de tapón que tendría que tener siendo igual de alta que un dedal es demasiado grande como para que me cupiera.

Me hice diminuta. Era incapaz de alcanzar el pomo de la puerta. Me quedaría allí atrapada. Hasta que apareció otro frasco del cual también bebí y me hice del tamaño de una casa. Y como soy una mimada niña caprichosa, por no tener lo que quiero me puse a llorar. Mis enormes lágrimas pronto hicieron de aquel lugar un océano. Y como el pomo de la puerta se ahogaba tuvo que abrirse.

Así pues, crucé la puerta y un gran mundo apareció ante mí. Me dispuse a continuar siguiendo el conejo. Y me perdí.

En mi camino se cruzaron muchos personajes. De todos ellos, el conejo blanco era el único que parecía tener verdaderas responsabilidades. Los otros, como las señoras flores cantarinas, que se burlaron de mi ropa, o la oruga fumadora, que la muy colgada no hacía otra cosa que fumar, o el sombrerero que celebra los días de tu “no cumpleaños”, vivían de ensueño. Haciendo todo el día lo que querían sin preocuparse por nada más. El único que me desconcertó fue el gato de Cheshire. Aparecía y desaparecía a su antojo, me señalaba varias direcciones para un solo destino y tenía una malévola sonrisa. Era el único ser interesante que encontré. Gracias a él fui a parar ante la Reina de corazones. La muy impulsiva dominanta sabelotodo y malvada reina quería cortarme la cabeza. Básicamente ese era su pasatiempo favorito. En su reino no había duelos cabeza vs. Corazón. Solo corazones sin cabeza o cabezas sin corazón.

Por suerte, y no sé muy bien cómo, salí de mi mundo. Aunque pueda que me haya dejado algo en él.

...puede que ya haya perdido la cabeza.

3 comentarios:

Comunicación e Internet dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Comunicación e Internet dijo...

Escribes muy bien. Pero no te atreves a hablar.
Espero que el tiempo no apague tu pluma.

Prado dijo...

En realiadad es que no tengo mucho que decir..

Todo se puede interpretar como el lector quiera. Para mí, lo de la reina de corazones tiene mucho sentido.
Para los demás puede ser un simple cuento.