18/10/09

Autobiografía



Nací, crecí y mi vida hasta los cinco años pasó sin dejar huella. Mi primer recuerdo, con el que además me percaté de mi existencia se dio en el salón de la casa en la que vivía por aquel entonces, viendo un partido de tenis, la final femenina de Wimbledon entre Steffi Graf y Arantxa Sánchez Vicario. En 1995 me di cuenta de que alguien representaba a mi país, de que alguien hablaba mi idioma por la televisión, y de que esa mujer nos tenía a todos pendientes de ella. Me percaté de la existencia de países, idiomas, competiciones y del apoyo silencioso y la admiración al trabajo de una persona que no conocíamos.

Me pregunté entonces quién era yo, qué hacía allí y a dónde iba a ir. Tres difíciles preguntas a las que darles respuesta con tan solo cinco años.

Desde entonces hasta momentos en los que he sufrido algunos golpes no me lo he vuelto a preguntar. He vivido mi vida en la ignorancia. Viendo los días pasar, sin hacer nada por lo que poder llegar a ser recordada. Siendo mediocre en todo lo que hacía, sin hacer amigos de verdad, sin tener algo más que una simple amistad. Y yo, que me considero inteligente, llegada a este punto me pregunto por qué he sido así.

Si he sido algo en mi vida se me puede definir con una sola palabra. Cobarde. No he tenido valor de luchar por lo que he querido por miedo a perderlo. Pero lo peor es que cuando sí he tenido valor, la vida me ha demostrado que tengo razón. Golpe tras golpe he concluido que no soy más que una más, no hago nada que merezca respeto o reconocimiento. En cuanto a qué hacía allí… sigo sin saberlo. Pero una vez leí una frase que decía “Lo pedí todo a fin de poder disfrutar de la vida, y se me concedió la vida, a fin de que pudiera disfrutar de todo”. Pienso que lo que hago en esta vida es vivirla. Una oportunidad que hay que aprovechar. ¿Y a dónde voy? ¿Cuál es la finalidad de la vida? ¿Ser feliz? ¿Hacer felices a los demás? Ahora estudio. Quisiera ser periodista entre otras muchas cosas. Quiero ser persona, ganarme la vida, arriesgarme en el amor, el trabajo, la amistad, vivir con la libertad que se me ofrece, ayudar a quien lo necesite y poder ayudarme a mi misma sin necesitar a nadie.

Aspiraciones bastante elevadas para tener solo veinte años. Pero ellas dicen lo que soy y lo que he sido. En mi vida pocas cosas me han marcado. Muchas mudanzas, pocos amigos, mucha gente ignorante. ¿Qué es lo que te forma? ¿Tus actos, o las personas que te rodean? Yo he sido una persona tolerante, he visto injusticias y he tratado de cambiarlas. He sido comprensiva y generosa, he ayudado a todas las personas que he podido. He sido ingenua al pensar que podía cambiar algo.

Soy soñadora. Me gustan las artes. Pintar, escribir, la música… me gusta las noches de bohemia, en bares oscuros, con un café y la compañía de otras personas infelices que tratan de cambiar un mundo que nos pasa por encima. La tranquilidad de la lluvia sobre el cristal y una pared desgastada por el tiempo. Nuestras palabras que se las llevan el viento. Una existencia tranquila e intrascendente. Mi aspiración es llegar a una posición ilustrada. Estar por encima de la gente conociendo los limites de los demás, no los míos. Quiero conocernos a todos y desde lo lejos y el olvido ayudar con metáforas y ejemplos.

No soy luchadora, soy pensadora. Me adapto. Sufro y cambio yo, no cambio la situación. Una persona que no llegará a nada. Prefiero ser recordada por lo que enseñé y no por lo que cambié.

Mis actos, mis experiencias, mi vida, mis influencias me han hecho así. Nada que merezca ser mencionado. Todo lo bueno estar por llegar.

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